24 junio, 2008

Noche de San Juan

Hoy se celebra la noche de San Juan, el nacimiento del santo que bautizaba a sus seguidores y anunciaba la llegada de una nueva vida. Una noche rodeada de magia, mitos y rituales ancestrales para celebrar el solsticio de verano. Una noche para adorar al sol que es símbolo de vida, porque hace brotar los frutos de la tierra, y a la Madre tierra como diosa de la fertilidad, del amor y principio de la vida. Una noche de “meigas e trasgos”, en la que se venera la vida y la muerte, y en la que celebran ritos de purificación, o para atraer la suerte, el amor y la fertilidad y alejar de nosotros todo lo negativo.

En esta noche, a la que el mundo pagano dotaba ya de energías mágicas debidas a la posición de los astros, se busca la purificación a través de rituales de fuego y agua, símbolos de vida y purificación en distintas religiones, para limpiar nuestras vidas de todo aquello del pasado que nos impide seguir adelante y comenzar un nuevo ciclo. El agua y el fuego, la vida y la muerte, simbolizan el principio de dualidad y complementariedad de todas las cosas, ying y el yang, energías que confluyen en un mismo punto, cerrando el círculo.

Por eso aprovecho esta noche mágica para dejar unas palabras que leí hace algún tiempo, unas palabras que recoge en El Zahir Paulo Coelho:

“Por eso es tan importante que ciertas cosas se vayan. Soltar. Desprenderse. La gente tiene que entender que nadie está jugando con cartas marcadas; a veces ganamos y a veces perdemos. No esperes que te devuelvan algo, no esperes que reconozcan tu esfuerzo, que descubran tu genio, que entiendan tu amor. Cerrando ciclos. No por orgullo, por incapacidad o por soberbia, sino porque simplemente aquello ya no encaja en tu vida. Cierra la puerta, cambia el disco, limpia la casa, sacude el polvo. Deja de ser quien eras y transformarte en quien eres”.

Purifiquémonos esta noche, hagamos limpieza y renazcamos a una nueva vida.

01 junio, 2008

ENTRE BAMBALINAS

A veces la vida es como una espera entre bambalinas. Momentos de tensión y emociones a flor de piel antes de salir a escena. Una espera que se hace eterna antes de vivir nuestro minuto, de gloria o de fracaso. Un minuto en el que el corazón late con tal fuerza que te hace olvidar la realidad.

Cuando uno está sobre el escenario, no existe el pasado ni el futuro y nuestro destino queda a merced de otros. Ellos son los que deciden regalarnos la gloria o arrojarnos a los leones, ellos serán los que decidirán ser nuestros cómplices o nuestros verdugos.